El origami o papiroflexia, es un arte tradicional japonés que consiste en doblar hojas de papel para formar esculturas, sin cortar o pegar el papel.

Sus orígenes en Japón se remontan a la época Heian, (794 – 1185), igual que en China, y después llegó a Alemania, Italia y España, sobre el 1400. A partir de ese momento ya se empezó a extender por multitud de países.

El origami en Japón se usa como entretenimiento para los niños desde edades muy tempranas. A pesar de que con 2 ó 3 años de edad sean incapaces de realizar figuras, se les da hojas de papel origami (llamadas chiyogami) para que las doblen como puedan y desarrollen su capacidad coordinadora manos-ojos. Los padres y los profesores suelen realizar varias figuritas de papel para entretener a los niños, aunque muchas veces disfrutan tanto o más que ellos.

También suelen ser un gran pasatiempo en las residencias de ancianos, ya que les ayuda a mantenerse activos física y mentalmente. El practicar origami, al igual que las matemáticas, estimula nuestro cerebro fortaleciendo las conexiones neuronales. Incluso se ha llegado a usar como terapia de rehabilitación en personas con lesiones cerebrales tales como derrames. Por lo que podemos decir que el practicar origami es muy beneficioso para nuestra salud, especialmente para nuestro cerebro.