Tras el desastre que desencadenó el tsunami en la central nuclear de Fukushima, los problemas de radiación han ido aumentando y disminuyendo durante estos casi 3 años transcurridos desde ese terrible 11 de marzo.
A pesar de que el gobierno actuó con rapidez y se dieron soluciones inmediatas a muchos asuntos, como arreglar las carreteras, proveer techo a las personas que se habían quedado sin casa y evitar que la central nuclear saltara por los aires, hay muchas cosas sin resolver, problemas derivados y preguntas sin respuestas.
El pueblo japonés se caracteriza por su alma pacífica, su paciencia e interiorización de sus sentimientos. Debido a este tipo de naturaleza, las protestas públicas por las situaciones vividas hasta ahora han sido bien pocas. Los japoneses prefieren escribir cartas a Tepco (la compañía eléctrica al mando de las centrales nucleares) o comentar anónimante en foros, twitter y otros lugares de la red. Siempre hay excepciones, claro, y en este caso, me parecen buenas. Protestar por lo que no es justo, por lo que es malo, por lo que hay que mejorar, me parece una acción muy positiva.



¡Hola! Me llamo Esther Molina, soy de Barcelona y desde hace más de 10 años vivo en Japón. Tengo sangre de acuarela y alma de soñadora. Me encanta viajar, cocinar, pintar, la fotografía y el cine. Adoro los animales, especialmente los delfines. Trabajo en la radio de NHK como reportera, locutora e ilustradora. Si te interesa saber cómo es la vida diaria en el país del sol naciente quédate leyendo un poco más... (^__^) 