El pasado 3 de marzo celebramos en mi escuela la Ceremonia de Graduación de las niñas que acabaron Koukou 高校(こうこう, High School) o la última etapa educativa antes de la universidad. Los exámenes de selectividad se realizaron entre enero y febrero y desde abril empezarán la universidad. Algunas de ellas asistirán a la universidad de nuestra escuela, unas pocas asistirán a prestigiosas universidades en Tokyo y el resto ingresarán en universidades menos conocidas. Mi enhorabuena desde aquí a todas ellas.
Para los que no lo sepáis, el curso escolar japonés empieza en abril, hay vacaciones de verano durante el mes de agosto, vacaciones de invierno desde mediados de diciembre hasta entrado enero y vacaciones de primavera durante el mes de marzo, justo después de acabar el curso escolar.
Se me saltaron las lágrimas durante la ceremonia de Graduación. La niña que leyó el discurso se emocionó mucho cuando habló de lo duro que es despedirse de sus compañeras, algunas de las cuales han estado juntas en la misma escuela desde párvulos. Me vinieron muchos recuerdos a la mente y no pude evitar llorar… je je je… Fuimos muchos los que tuvimos que sacar el pañuelo durante su bonito discurso…
Después de la ceremonia fuimos al hotel Okura, en Tokyo, para comer todos juntos: las estudiantes con sus familias y los profesores. La sala estaba decorada con grandes carteles y flores. Mientras comíamos disfrutamos de actuaciones en directo en las que las niñas y los profesores bailaron y tocaron música. En la pantalla gigante vimos varias presentaciones muy divertidas e incluso un episodio de “Doraemon” rodado por profesores y alumnas. Fue realmente divertido, je je je…
Después de una última semana loca dando notas y reuniéndonos para ultimar temas, el día 12 de marzo pude dar por terminado este curso escolar. Con alegría y tristeza cerré mis carpetas y dejé bien ordenada mi mesa. Ha sido un año muy duro. Mucho más de lo que esperaba. Trabajar en una escuela japonesa ha supuesto un reto mucho mayor de lo que pensaba. Ha sido especialmente difícil adaptarme (y todavía no me he adaptado 100%) a la manera de trabajar de los profesores japoneses, que me parece sumamente extraña en algunos casos. Aquí he tenido realmente un choque cultural grande, aunque, según dirían algunas personas, no es tema de cultura, es tema de sentido común… je je je… En fin, que cada maestrillo tiene su librillo, pero hay librillos realmente imposibles de comprender… XDDD
De todos modos, aunque estuve a punto de tirar la toalla, he decidido que no voy a rendirme frente a esta dificultad, así que, desde mediados de abril, empiezo el nuevo curso escolar. Pero antes de eso disfrutaremos de las vacaciones de primavera con sus cerezos en flor y… el tiempo para preparar las clases que se avecinan… XDDD ¡¡¡La vida del profesor os aseguro que no es tan fácil como muchos se imaginan!!!. Aunque, verdaderamente, es maravilloso educar y enseñar cuando los alumnos están dispuestos a aprender. Es una experiencia increíblemente bonita… Nunca se me olvidará cuando trabajaba en la escuela internacional y también daba clases a los alumnos de pre-escolar. Nunca se me olvidará cuando Hana aprendió a leer…
Después de terminar este curso me queda mucho trabajo que hacer: corregir todos los errores que cometí durante el año para que no se repitan el curso siguiente. En esta escuela tengo la ventaja de que doy clases a los mismos cursos, así que los proyectos de arte que llevaremos a cabo no varían tanto. Durante el curso me di cuenta de que hubiera sido mejor enseñar algunas cosas de otro modo, así que este año voy a hacerlo así. Espero que los nuevos métodos funcionen mejor y sea más fácil para mis alumnas aprender.
Durante la hora de la comida del último día me paseé un poco por la escuela y empecé a pensar en esas niñas llenas de ilusión que ahora tienen el mundo a sus pies y tantos sueños por cumplir. Cuántos recuerdos perdidos por los pasillos y cuantas memorias permanecerán para siempre en esas aulas. La época de estudiante es una de las más duras de la vida, pero está llena de preciosas imágenes que se graban para siempre en el corazón.
Un beso enorme a todos mis alumnos y compañeros de clase de todos los tiempos, y por supuesto, a todos vosotros.
Las aulas vacías tras el último día de clases me llenan de nostalgia...